Camino de Santiago del Levante Etapa: Toledo-Ávila

Dic. 07

Son las siete de la mañana el despertador suena en casa, quiere decir que es hora de salir. Laetitia ya lleva un rato despierta, las bicis, ya en el coche, están cargadas de ilusión dirección Toledo.

Vamos hacer una etapa más del camino de Santiago, pensamos que la próxima vez que salgamos, llegaremos a la Plaza del Obradorio.

Hemos quedado con un grupo de amigos que no conocemos, lo poco que sabemos de ellos, es de los foros de ciclo turismo. Hemos quedado en la estación de tren, pero… sorpresa nuestra, solo se presenta Luis, un madrileño que salió de casa dándole a los pedales, y aquí os dejo con su relato de como vivio este viaje tan especial.



Luis dice………

Yo salí un día antes, para hacer el camino desde casa en la sierra de Madrid a Toledo en bici, pues me daba pereza ir en transporte publico. Era un día de los típicos anticiclónicos de invierno, soleado de día y helada nocturna. En diciembre los días son mas cortos y eso viajando en bici, se nota. Alas tres de la tarde ya hay unas alargadas sombras; Por lo k tengo k darme una palicilla para acercarme lo mas posible a Toledo, mañana hemos quedado a la una en la estación de tren. La noche es fría y por la mañana hago pereza, otra vez a correr, llego a la cita a la hora justa.
Era una quedada por internet, en teoría veníamos 8, pero solo acudimos tres, Juanjo, Laetitia y yo, Luis. ¿Que habrá pasado con los demás? ¿Les habrá entrado el frio? jeje.
Nos saludamos y hablamos un rato mientras degustamos tapas típicas de Toledo, no nos conocemos de antes. Es un momento de observación mutua, siempre entra curiosidad por aprender cuanto antes como es la gente con la que vas a viajar, aunque sean tres días.


Tras montar las bicis y ordenar bien las alforjas salimos ya por la tarde. Tenemos que coger un camino en la margen norte del tajo, parece fácil, pero no lo es; no hay manera de encontrarlo, terminamos preguntando a los municipales y estos nos guían hasta el camino, aquí estamos, los tres detrás de la policía, k por cierto no va nada despacio. Con el corazón saliéndosenos del pecho les despedimos y damos nuestras primeras pedaladas por tierra. Toledo se va alejando poco a poco, siempre dominada por el alcázar, es una bonita vista para decirle adiós.

Pedalear al lado del tajo es bonito, el rio es ancho y los azudes y vegetación de ribera crean una estampa pictórica, empezamos a disfrutar de la bici, no nos importa el frio que empieza a caer a la vez que el sol se va yendo. Tras cruzar el pequeño afluente Guadarrama, empezamos una subida, nos vamos del tajo.

En Rielves es casi de noche y no encontramos el camino, así que decidimos ir a Torrijos por la carretera nacional. Juanjo viene muy preparado y saca un arsenal de luces y reflectantes para todos. Son 8 km que pasan rápido, Decidimos seguir a Noves pues Torrijos es grande. Ya es noche cerrada, pero la carretera casi no tiene tráfico. Paramos en la plaza del pueblo, ya hiela y no tenemos donde dormir, pero los paisanos del lugar rápidamente nos dirigen a la casa de un vecino, este nos da las llaves de una casa que tiene el pueblo para la gente que esta haciendo el camino. Es muy bonita y muy rural, casi hace tanto frio como en la calle, así k cenamos rápido y a los sacos, k estamos cansados.

Despertamos con la música del mp4 de Juanjo, que es una caja de sorpresas, lleva de todo en las alforjas. Desayunamos y salimos de nuestra morada, hay niebla y un frio k pela, pero nuestra moral es alta y nos ponemos en marcha. Vamos por una pista entre la niebla, en Quismondo, una pequeña población escondida en la meseta castellana, nos encontramos con una placa que rememora a las gentes de esta localidad que participaron en el descubrimiento de América. Esto me hace reflexionar, un sitio que parece tan intrascendente pero que participo en uno de los mayores descubrimientos de la historia.

Hacemos una bajada rápida y divertida por la vega del Alberche, tras cruzar el rio, llegamos a Escalona, las ruinas de su castillo árabe se nos aparecen de repente entre la niebla, dándole un aspecto fantasmal. No paramos y a buen ritmo alcanzamos Almorox, en su interesante plaza mayor paramos a comer en un bar, esto nos sienta de maravilla, toda la mañana pedaleando en la fría niebla nos ha abierto el apetito. Ya por la tarde nuestro camino se torna en subida, estamos en la rampa de la sierra, el paisaje a cambiado, el pinar nos rodea, poco a poco ganamos altura, dejamos atrás la niebla y entramos en la comunidad de Madrid, desde un alto vemos el mar de nubes que ocupa la meseta sur, una vista muy bonita. En una rotonda vemos algo curioso, hay un mojón con un mapa del camino, pero las indicaciones están del revés. Un poco mas adelante paramos en los toros de guisando, un lugar con historia, son apenas 4 verracos de piedra desgastados por el tiempo, pero aquí, en este lugar, se dice k los reyes católicos sellaron su unión. Todo lo rápido que nos deja nuestro cansancio, subimos hasta Cebreros, otra vez con las luces y reflectantes, pues ya es de noche, es lo que tiene diciembre.
En Cebreros nos dejan la sede de alcohólicos anónimos para dormir, curioso lugar.

Amanece un nuevo día y hay que volver a ponerse en marcha aun a pesar del dolor de piernas, que por la mañana es intenso. Dejamos momentáneamente el camino para subir por carretera el puerto de arrebatacapas, nos encontramos en las altas parameras de Ávila, aquí todo es duro, el paisaje, el terreno el clima. Un frio viento nos azota lateralmente. Esforzándonos llegamos a San Bartolomé de Pinares, paramos a comer. Hoy es el día de santa Águeda y vemos una curiosa procesión donde las mujeres se llevan el protagonismo, curiosidades de España, jeje.

Nos queda poco pero duro para llegar a Ávila. Por sinuosos caminos entre encinares nos metemos en el valle que nos encamina a subir el puerto del herrando, son solo cuatro kilómetros, pero con una pendiente media del 10% que hay que subir echándole ganas, eso si, cada uno a su ritmo. A pesar de la dureza hay tiempo para mirar el paisaje, la luz de la tarde dibuja una bonita estampa sobre las montañas de atrás, que contrastan con los negros nubarrones que se ciernen mas arriba. Sudados y cansados llegamos a la cumbre, hay que abrigarse, hace un frio que pela, ya solo nos queda bajar hasta nuestro destino. Pero no será fácil, un fuerte viento en contra nos azota y hace que haya que pedalear y duro en la bajada. Así alcanzamos las murallas de Ávila que nos abrigan del frio viento. Al fin hemos llegado, uff, nos a costado.

Ya solo nos queda callejear y darnos un pequeño homenaje degustando la comida típica de la zona, atrás queda lo bien k lo hemos pasado y la buena gente con la que nos hemos encontrado. Ha sido un viaje muy bueno, a pesar del frio y que solo han sido cuatro días. Nos queda pensar en volver a Ávila para retomar el camino.